Siempre Disney.

Disney me enseñó que los príncipes existen y que la princesa con problemas existenciales al final era rescatada. Así crecí; pensando que la realidad no era tan distinta a los cuentos de hadas. Después de todo el amor siempre triunfa ¿No? 
Pero al ser más grande, con pensamientos más racionales me dí cuenta de que había vivido engañada, el príncipe azul no existe y que nadie va a rescatar a la princesa dramática con problemas existenciales. 
Terminé "aceptando el amor que creía merecer". 
Fui una persona muy confiada; idealizando a las personas y pensando que actuarían de la misma forma en que yo lo haría. Otra vez me equivoqué. 
Mi mejor amigo me rompió el corazón, tuve amores fugaces y amores secretos.
Pensé que ya era una experta en éste tema hasta que besé sus labios por primera vez, hasta que su calorcito me llenó de paz y me rescató; nos rescatamos. 
Ahí entendí que aunque los príncipes azules no existen y que la vida real no es igual a los cuentos de hadas, encontrando a la persona indicada todo se vuelve más sencillo.

Me enamoré por primera vez, todas mis primeras veces fueron con él, me parecía imposible que hubiera tanta perfección, algo tenía que salir mal y... Nuevamente, me equivoqué, todo fue perfecto, tan cliché, tan Disney. 
Ya no tenía miedo de entregarme, no tenía miedo de mostrarme vulnerable. Él era el indicado, me amaba con la misma intensidad, me cuidaba como yo lo hacía, me abrazaba cuando estaba triste y me curó el alma; nos curamos el alma. 
Creo en el amor de verdad y sin equivocarme ésta vez, sé que él es el amor de mi vida.

Cuando vi que se arrodilló y sacó de su pantalón un anillo, mi mundo se detuvo, entré en shock, lloré como una niña, abracé a todos sin entender que había pasado, me encerré en el baño, me mojé la cara y sonreí. 
Desperté con un anillo de compromiso en mi dedo anular izquierdo, justo en su inicial tatuada años antes.
La vida sabe perfectamente porqué, cuándo y con quién-

¡Por supuesto que Disney no me mintió!