Ojalá pudieran bajar un ratito.


Hace poco me di cuenta de que he empezado a olvidar el color de sus voces, sus sonrisas pícaras y su olor, poco a poco esos detalles se han difuminado. 

Me sentí muy mal al conectar con ese sentimiento de ausencia, al darme cuenta de que la vida continúa y nunca se detiene. 


Tengo recuerdos muy vividos, pero también hay otros que ya no son claros, quisiera poder remediarlo, quisiera pedirles que bajen un ratito. 


Que venga mi precioso a tomarme de la mano, que me jale los dedos de los pies porque aún no le cumplo con los 4 hijos que según él, yo le prometí. 


Que venga mi abue Mirinda, que venga y me enseñe cómo maquillarme los labios con ese rojo potente, que venga a contarme historias de todos sus viajes, mientras yo le cuento las canas. 


Que venga mamá Fili, que venga a tomar una taza más de café, para que digamos juntas “¿Porqué no?”, que venga a darme lecciones de empoderamiento y de chingonería, que venga a contarnos historias sobre la sangre witchi que corre en nuestras venas. 

A mamá Fili la siento más cerca, la siento así porque mi mamá poco a poco se está pareciendo más ella, me la recuerda con sus gestos, ademanes y manías. 


Fue muy fuerte tenerlos un día y que de pronto, sin previo aviso, hayan trascendido. Fue muy cruel por parte del destino, pero también entiendo que así tenía que ser y está bien, en algún momento podremos reunirnos nuevamente. 


Ojalá pudieran bajar un ratito a platicar, para apapacharnos y para que les pueda decir lo mucho que los extraño, hay un montón de cosas que cambiaron desde su partida, tantas cosas que hasta parecería que cambiamos de vida. 


Ojalá pudiera ver sus ojitos y sus manos arrugadas, ojalá estuvieran aquí, compartiéndome su sabiduría, pero sé que ahora están muy ocupados siendo libres y felices allá donde están. 


Voy a intentar recordar su voz con claridad, voy a esforzarme en no olvidar esos pequeños grandes recuerdos, atesoraré un cachito de ustedes en la posteridad.