Ironías de rizadas.


Una chica con cabello rizado, largo y oscuro, ella te trajo a mi mente nuevamente… Mientras la observo atónica por la similitud, sus ojos me miran fijamente a los ojos, me sonríe y se sonroja, me siento muy avergonzada, parece que fui demasiado obvia, le devuelvo la sonrisa, pienso en la facha tan gay que tiene y sonrío internamente, subo el volumen e intento continuar redactando mails.
 


Durante el trayecto hacia casa, fue imposible no pensar en nosotras y todos nuestros momentos, ideando escenarios alternos, pensando que hubiera pasado si te hubiera besado ese día… 


Tal vez nunca se encontraron nuestros labios, pero espero que todas mis letras te hayan dejado claro que te convertiste en poco tiempo en la estrella más brillante en mi universo, no sé cómo pasó exactamente, fue tan rápido, que ni tiempo tuve de ponerme en guardia, solo tengo claro que mi piel te necesitaba. 


Hay tantos “hubiera” que ayer quemaron y que hoy ya no, mis heridas sanaron y ahora estoy bien, hice lo que pude para que te quedarás en mi universo, pero a veces el mayor acto de amor es soltar y eso hice; te solté y vi como tus alas inmensas volaron a otro cielo. 


Estoy tranquila, mis recuerdos contigo son suficientes, mi piel dejó de extrañarte y ya no dueles, pero confieso que sigo esperando que algún día nos volvamos a reencontrar, tal vez más maduras y menos testarudas. Tal vez en otra vida, no lo sé. 


De pronto, abro los ojos y ya estoy en casa, la canción está en pausa, no envié ningún mail y estoy caminando hacia la puerta, siento como alguien me toma del hombro y volteo un tanto asustada, era ella, la chica de cabello rizado, largo y oscuro y como una mala broma del destino, me dice:     — Hey, soy Ximena ¿Y tú?—.