¿Si o no?
Siento un calor inexistente y mi cabello se esponja, sin haber húmedad.
Hay espinas en mis zapatos y destellos en el techo, mis manos arden y mis labios se rompen.
Es como sí un taladro inmenso e imaginario penetrara mi cráneo. Sin anestesia.
Mi cuerpo se llena de comezón, tal vez por culpa de las hormigas imaginarias.
Cierro los ojos y llegan a mí las ganas de arrancar cada cabello, de presionar mi cabeza hasta hacerla explotar.
Así acabaría con el máldito dolor que me acongoja.
Y la solución es sencilla ¿no?