Tu regreso.

Mi vida caótica se encontraba ya en paz, las cuentas pendientes ya habían caducado y las dejé atrás. 
Estaba de acuerdo con la idea de haber concluido tu capítulo en mi vida, incluso borré la evidencia de mi piel y te perdí la fe, aunque he de confesar que un rayito de esperanza se atravesaba de vez en cuando, un rayito se visualizaba como un encuentro casual, provocado por el destino; quizás la vida nos podía juntar en algún momento. 

Recibí tu mensaje, esa madrugada, mientras tenía fiebre y un sueño muy vívido, tanto que dudé de la realidad. 
Más tarde comprobé que era tangible, que tus palabras fueron sinceras y sonreí. 

La última conversación que tuvimos no fue precisamente una despedida, ese rayito de esperanza fue suficiente para llenar mi corazón y para crear un futuro juntas. Tal vez nada volverá a ser igual, tal vez hay que cosas que una vez rotas, por más que lo intentes, no volverán a ser, pero podremos intentarlo juntas, más maduras y con mayor responsabilidad afectiva. 

Tal vez mi piel ya no habla de nosotras, pero mi corazón sí y estoy segura que podremos solucionarlo con amor.