El colchón

 



Desde pequeña tuve este increíble y aterrador poder; pensaba en algo que deseaba y sin darme cuenta, llegaba. 


No me di cuenta hasta muchos años después que, ya no solo se trataba de desear cosas, a veces simplemente las imágenes venían en mi mente y después se hacían realidad, lo bueno y lo malo. 


No dimensionaba la magnitud de lo que consiente o inconscientemente creaba, las cosas llegaban y ya. 


Ahora, con más años y “experiencia”, soy consiente y me tengo miedo, tengo que ser muy cuidadosa con mi mente. 


Y así fue como visualicé un colchón nuevo, ya habíamos hablado al respecto, un cama matrimonial ya no no era suficiente, solo teníamos que ir a comprarlo y ya.


Uno o dos días después, estaba ahí mi colchón nuevo, no fui yo, no fue Pechan, fue su papá, ese ser con el que tanto peleo, con el que más tengo diferencias, ese ser chiquito que tiene un corazón grandote y que no sabe de qué otra forma demostrar amor. 


Primero me enojé muchísimo y es que para mí es golpe al ego, mi mamá difiere y dice que merezco esas cosas, pero a mí me gusta comprarlas con mi propio dinero y que un tercero llegue en la noche con colchón, box y hasta el molcajete, me descolocó. 


Después con la mente fría, ya después de haber soltado mi veneno con Pechan, me recosté y vi el techo durante un par de minutos, sentí una gran bofetada con ese famoso guante blanco, que me nubló la vista. 


Esta vez he cedido, porque no se si fue mi culpa al materializar las cosas o sencillamente el papá suegro, nos consiente y cree que solo somos dos adultos viviendo como Rock Stars.


En fin, sigo durmiendo en la orilla, pero vaya que se ha disfrutado intensamente ese colchón. 


Puedo continuar manifestando, ahora seré más cautelosa, por mi propio bien.