¡Gritaré, vete al carajo!

Eso de escribirte por “última vez” funcionó (Me refiero a que te enteres).
Está vez sí hubo una respuesta, juraste extrañarme, juraste que era magia lo que teníamos. 

Escribí lo que sentía y fue inevitable que me ahogará con agua salada, pero podría decir que valió la pena, está vez no sentí remordimiento por haberlo hecho.

Me sentí aliviada, terminé con golpe de palabras con esto.
Ha sido muy complicado, algunos días aún me llegan tus recuerdos, no sé porqué.

Hay días que tengo la esperanza de encontrarte, de casualidad, sin prisa, con humor.
Tengo ganas de decirte lo mucho que te extraño, lo mucho que me has echo falta. Pero enseguida vienen las ganas de mandarte al carajo, así, sin sutileza, sin cautela, solo con los pedacitos de mi corazón roto. 

Escribirte y darle "Envíar" me quitó un peso innecesario. Un amor que no conocí antes.

Dijiste haber traicionado tus ideales, los que estaban tan firmes como mis ganas de escribir en secreto. Es obvio que los traicionaste, también dijiste que había una razón; que algún día iba a conocer. Sabes, con una razón importante o no, me lastimaste, rompiste nuestras promesas, rompiste nuestras historias, nuestros cigarros, rompiste mi corazón, como jamás lo hizo.

Si te preguntas, sigo siendo la misma, la misma que juega a ser una niña, la que cree en su País de las Maravillas, la que la hace de doble de Alicia.

Te extraño, pero ya no como hace meses. 
Escribirte me hizo bien. Aunque aún tengo la esperanza de que me llames, de encontrarte y que con mis manos apretadas te mande al carajo y te pida que una vez más que te quedes.