El regordete Nicolás.

Recordé que solía ser adicta a Snapchat, era el boom del momento y obvio tenía fuí una más. Pude ver un montón de historias, ví a dos Pechanes derramando miel y tomando la decisión de comenzar una familia, con un Golden exactamente y así llegaste a nuestras vidas. 

Fuimos a buscarte a Muy, muy lejano, ahí vimos tus ojitos por primera vez y elegiste a tu papá, he de confesar que dudamos entre tu hermano grandulón o tú, ese besito nos robó el corazón y te trajimos a casa. Decidimos que vivirías conmigo y te prometimos que pasará lo que pasará, siempre ibas a tener a tus dos papás y te cumplimos, juntitos-juntitos. 

Fuiste un cachorrito muy sociable, destructor y mordelón, pero cuando comenzaste a crecer, nos impresionó tu inteligencia, lo obediente que eras, realmente parecías un humano, claro, creciste con tu mamá perruna, Dory te enseñó a ser un niñito mirrey, hasta hacías pipí como ella, muchas gracias por eso, teníamos miedo de que fueras un machito levanta patita, pero eso solo pasaba cuando veías un árbol en la calle. 

Te robaste el corazón de todas las personas que tuvieron el privilegio de conocerte, se sorprendían de tu presencia imponente y de la personalidad tan calmada que tenías. 

Hicimos más grande la familia y llegó Lola, una bebé de un mes, con la pancita inflada y con ganas de devorar el mundo, no tenía miedo y no sabía nada sobre el espacio personal, el primer año con Lola fue difícil para todos, teníamos miedo de que nunca la aceptarás, teníamos miedo de que te sintieras desplazado, tuvimos miedo de que la aniquilaras, fue un año donde no permitimos que estuvieran juntos, pero nos diste la gran sorpresa y te enamoraste de ella también, sé que muchas veces te sacó de quicio y tuviste reprenderla, domaste a esa bestia, y hoy que no estás, se volvió literalmente loca por ti pero, no te preocupes, ahora ya está mejor, bueno, es Lola, sabes perfectamente a qué me refiero. 

Fuiste mi primer responsabilidad real, ver cómo tus ojotes poco a poco se apagaban me hizo añicos el corazón, tuvimos una despedida muy triste, tal vez la presencia de todos no te permitía ir tranquilo, era imposible contenernos porque te amamos tanto, que nadie nos preparó para dejar de verte tan abruptamente. Nunca imaginamos que te irías de esa manera. 

Mi mamá tuvo que mentirte, te dió la última instrucción, te pidió que no lucharas más, te dijo que solo te ibas a dormir y que al despertar ibas a regresar a casa, tuvo que hacerlo porque por más medicamento que te pusieron, tu corazón dejó de latir por varios segundos, pero  regresaste simplemente porque no querías dejarnos, sentiste toda nuestra energía, fuiste tan fiel y noble hasta el final, y yo te correspondí de la misma manera, te juro que intenté todo pero, no podía permitir que sufrir más, no había tratamiento, no habían opciones, solo quedaba alargar tu sufrimiento o pararlo para dejarte descansar y así lo hicimos, amigo mío. Fue muy duro para mí. 

Tu presencia nos hace falta, ahora solo nos quedan videos, fotos y millones de anécdotas para seguir recordándote. Y realmente estoy tranquila porque sé que nos volveremos a ver, porque tú nos ayudarás y acompañarás cuando llegue ese momento, para que nuevamente me muevas esa cadera y colita chueca. 

Gracias por elegirnos, gracias por permitirnos 9 años de tu vida, pensamos que te veríamos canoso, pero no pudo ser, ahora solo te recordamos como el Mirrey galán del barrio, lleno de vida, regordete y con su pollo para todos lados. 

Gracias, bebé grandote 🤍🐶