Esas son puras mentiras.

Estaba escuchando ésta canción, me dió mucha risa y después entré en una especie de trance y me transporté a esa etapa de mi vida, dónde era mi himno. 

Recuerdo perfectamente todas las veces que dije que ya me iba a dormir, que tenía mucho sueño, me dolía la cabeza o simplemente dejaba de responder, pero que realmente eran un escape de emergencia de esa realidad. 

Desde el jueves salía de casa, visité muchos bares, antros y fiestas clandestinas, mamá y yo peleábamos mucho en esa etapa, siempre con el Jesús en la boca porque eran las 04:00 AM y su hijita mayor no había llegado a casa aún. Fue mi momento más rebelde, más Rockstar y también más inconsciente. La princesa de papá cambió su ropa fresa, por atuendos góticos y labiales de sabores. 

Escuchar esa canción me conecta con la adrenalina y felicidad intoxicada que adoraba. 

Tenía novio pero, salir a fiestas no era algo que tuviéramos en común, mis amigos y sus amigos, eran de otros mundos, no coincidíamos en nada.

 Estaba casada con la idea de que podía besar a mil sapos pero, mi corazón siempre iba a estar intacto con el príncipe gruñón, hoy siento pena por esa versión mía; pena por el novio, pena por mí... Debí soltar las cadenas, debí haber tantas cosas, debí gritar y no esconderme, aunque supongo que tenía que ser así, si no, tal vez no hubiera conectado con el amor verdadero que más tarde llegó, tal vez no lo hubiera tomado en serio, tal vez hoy no podría conectar con nadie, mi corazón de condominio solía tener cupo disponible y terminaba más confundida que cuerda. 

Al mismo tiempo está versión de mí, le agradece a la vieja yo, gracias a la libertad que yo misma me dí, salí al mundo, me lo comí;) conocí, me enamoré una y otra, y otra vez, besé sin parar, gracias a esa vieja yo, hoy tengo paz en mi corazón y mi mente.